—Por favor, perdóneme, Su Majestad —Torin inclinó su espalda por enésima vez ante Matthew y Ruby. Estaba aterrorizado de que el rey licántropo lo castigara a él y a Gerald por actuar irrespetuosamente antes—. Mejoraré mi actitud en el futuro.
Matthew estaba demasiado perezoso para hablar con alguien como Torin, así que Ruby le respondió en su lugar:
—Puedes redimir tu error forjando una buena espada para nuestro hijo.
Torin asintió rápidamente.
—¡Lo haré! No tiene nada de qué preocuparse.
Ruby le devolvió una leve sonrisa, luego caminó hacia la puerta. Sin embargo, antes de salir de la tienda, sus ojos accidentalmente se posaron en una hermosa daga exhibida en la parte delantera de la tienda.
El pomo sostenía una sola y exquisita gema: un zafiro profundo que brillaba como un fragmento capturado del cielo nocturno. La yuxtaposición de la hoja oscura y la gema vibrante creaba un contraste impresionante, fascinando la mirada de Ruby.