Con la maldición que acompañaba su alma, los hilos de su destino también estaban custodiados por el cielo. No podía deshacerse de su mala suerte a voluntad.
—¿Si logras vencer la maldición de la Diosa de la Luna en esta vida, enfrentarás graves consecuencias. ¿Estás dispuesta a afrontar esas consecuencias? —preguntó Rubelia.
Esta vez, Rubelia se veía muy seria. Sus ojos, idénticos a los de Ruby, se entrecerraron agudamente, mirando a su reencarnación, quien actualmente estaba al borde de la vida y la muerte.
—Es imposible para mí enfrentar sola las consecuencias del cielo. Sin embargo, esta vez, no estoy sola —Ruby sonrió y dijo con firmeza—. Matthew siempre estará conmigo, y creo en él.
Rubelia de repente se rio. Su risa resonó en el mundo de los sueños de Ruby, convirtiéndose en una melodía que acompañaba al viento que soplaba y a los pájaros que cantaban. Se rio y siguió riendo hasta que las lágrimas salieron de las esquinas de sus ojos.