—Solo quiero estar contigo. Solo nosotros dos.
Las palabras de Ruby tuvieron un efecto como el alcohol en Matthew, calmándolo y haciéndolo sentir ebrio al mismo tiempo. Su hermosa y tímida esposa había comenzado a mostrar su lado salvaje, y eso hizo que Matthew se excitara aún más.
Los sonidos de risas y música provenientes del banquete sonaban débilmente en los oídos de Matthew mientras se concentraba en Ruby.
—Volvamos a nuestra cabaña —dijo Matthew.
Caminaron hacia la cabaña como una brisa marina que no hacía ruido. Las estrellas principales del banquete habían desaparecido, pero los soldados, sirvientes e incluso los hermanos de Ruby no tenían intención de buscarlos.
Sin que nadie lo dijera en voz alta, todos sabían que Ruby estaba al borde de la muerte. Nadie podía adivinar si la Reina de Veritas podría regresar a su reino o no.
Por lo tanto, decidieron no molestar a las estrellas del banquete y dejar que el rey y la reina pasaran la noche a solas.