—Basen y yo sentimos que la energía seguía moviéndose. El dragón dorado no se acercará al barco mientras tengamos los huesos de la antigua bestia demoníaca.
Ruby contempló la vasta extensión del mar azul—la luz del sol reflejándose en la superficie del agua, creando un destello cristalino.
—Entonces, ¿adónde vamos? —preguntó Ruby.
Matthew respondió con confianza:
—En este momento, la energía del dragón dorado se está moviendo hacia el oeste, así que iremos allí. —Guardó silencio por un momento mientras observaba la expresión de su esposa—. ¿Estás lista, Ruby?
Ruby sonrió.
—Mientras tú estés listo.
Tocó su pecho, sintiendo que su corazón se aceleraba por enésima vez. Sin embargo, no era porque estuviera asustada, sino porque estaba emocionada por un futuro que no podía predecir.