El Impostor

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Aunque los cuerpos físicos de Matthew y Ruby estaban dormidos, sus almas seguían conscientes. Ruby pensó que había entrado en su mundo de sueños, pero el lugar a su alrededor parecía diferente del mundo de sueños que visitaba cada vez que se encontraba con Rubelia.

El lugar se sentía tan frío y sombrío. No había ni un solo árbol ni un solo rayo de sol para mantener su cuerpo caliente. Lo único que Ruby podía ver era una interminable extensión de nieve blanca.

—¿Dónde estamos? —preguntó Ruby a Matthew. Realmente no entendía cómo podía estar en el mismo mundo de sueños que su esposo—. Creo que esto es un mundo de sueños, pero lo dudo.

Sin mirar el lugar por mucho tiempo, Matthew respondió inmediatamente:

—Este es mi mundo de sueños, o tal vez puedas llamarlo mi subconsciente.