He perdido la maldita cabeza. Sé que está sucediendo, pero no puedo hacer nada para detenerlo.
—Ven —empecé a guiarla hacia la parte trasera de la casa—. Mi antigua habitación servirá perfectamente para lo que tengo en mente.
Mi verga estaba tan dura que casi se me rompe. Si no tiene cuidado, va a terminar inclinada en algún lugar entre aquí y mi habitación, usando esos zapatos provocativos. Mierda, voy a avergonzarme.
—Alto ahí.
—Mamá, mierda. —¿Me estás jodiendo ahora mismo? Ni de coña.
—¿Y quién es esta hermosa jovencita a la que estás manoseando, hijo? —Como si no lo supiera. Mi mente estaba un poco lenta ya que mi coeficiente intelectual era de diez y medio ahora mismo. Sí, todo en la verga, pero estoy uniendo las piezas.
Las sonrisas secretas de mamá, sí, astuta. Kat no vino aquí con Jared, Jared tenía una chica en la parte trasera de su moto. Entonces, ¿cómo supo ella de la barbacoa? Por supuesto, fue mamá, y tenía a su cómplice con ella.