De vuelta al trabajo, gracias a Dios, nunca pensé que diría esto, pero necesitaba el descanso, esa es una pequeña Ángel muy codiciosa.
Después de su pequeño desmayo que casi me da un puto infarto, intenté tomarlo con calma, pero algo sucedió mientras estaba inconsciente, porque se despertó hambrienta, quiero decir... tenías que verlo.
He oído hablar de mujeres cubriendo sus coños en modo protector, pero mi chico era el que lloriqueaba como una pequeña perra. Por supuesto, tuve que comportarme como un hombre y darle lo que quería.
Mi pequeña pervertida me iba a mantener ocupado. Tal vez debería preguntarle a papá sobre algunas vitaminas nuevas o algo así, pero entonces probablemente recetaría marihuana como la cura para todo, maldito drogadicto.
Me había pasado la mañana elaborando un plan factible sobre cómo ir a Arizona y llevarla sin que ella supiera lo que tramaba. Había decidido no dejarla sola aquí con los Rossettis actuando como si hubieran perdido la cabeza.