Jordan Silver

Jordan Silver es el autor de más de ciento cincuenta novelas y novelas cortas que abarcan múltiples géneros, incluyendo romance, erótica y ficción para adultos jóvenes. Todas las obras presentan hombres alfa exagerados y las mujeres que los aman, con garantía de un final feliz.

Colton Lyon es un motociclista duro como el acero que no tiene tiempo para tonterías. Hace mucho que abandonó la vida fácil que le proporcionaba su rica educación para vivir la vida en sus propios términos. Vive intensamente y ama con más intensidad, pero aún no ha conocido a una mujer que haya querido para más que unos cuantos encuentros, hasta que conoce a su nueva asistente. La tímida potranca que le teme a su propia sombra. Le dio una semana, aunque su mano derecha le había suplicado que le diera el trabajo. Nada odia más que las mujeres lloronas que temen a su propia sombra.

Kat se muda al otro lado del país para escapar de un oscuro pasado que la ha dejado marcada. Con apenas dieciocho años, debería tener toda la vida por delante, pero en cambio el miedo le ha robado la chispa que una vez tuvo. Cuando conoce a su nuevo jefe por primera vez, sabe que no podría aceptar el trabajo, él es simplemente demasiado de todo con su comportamiento brusco y esas miradas ardientes. La primera vez que casi se desmayó al ver sus brazos musculosos tatuados, supo que estaba en problemas.

Mientras tanto, Colton trataba de averiguar qué tipo de hechizo le había hecho la pequeña ratoncita para mantenerla en su mente. No importa cómo intente evitarlo, hay algo en ella que lo mantiene

Rudo y Redimido: Domando a su Rey Motociclista

—Oh por favor, por favor, por favor. ¿Es extraño que todo lo que podía pensar en ese momento era qué haría Colton si me violaban? —El pensamiento me hacía querer hacerme un ovillo y morir. No respiré tranquila hasta que él quitó su mano.


James salió de la habitación, podía oírlo hablar pero no estaba segura si había llamado a alguien o si había perdido completamente la cabeza y estaba discutiendo consigo mismo.


Intenté tirar de mis ataduras pero debió haber sido un boy scout porque no cedían nada. Me había metido una mordaza en la boca antes de irse, lo cual no era lo más cómodo. Por un lado, hacía más difícil respirar y estar acostada de espaldas con algo metido en la boca se sentía como si te fueras a ahogar con tu propia saliva.


«Piensa Kat, piensa, piensa», no podía mantener un pensamiento, mi mente corría en un millón de direcciones diferentes a la vez. Pensé en mi mamá, mi papá; todos mis nuevos amigos aquí y la familia de Colt.


Capítulo 68: KAT