—¿Colt, estás bien?
—Sí, Ángel, ¿por qué?
—Tienes una mirada extraña en tu rostro.
—Ven aquí, bebé, estoy bien. —Estábamos en la playa en nuestra pequeña escapada a una isla privada. Kat y el agua, mierda; ella viviría en el océano si no controlara su trasero.
El primer día se despertó por la mañana, corrió a la playa y se zambulló directamente. Lo que significó que en nuestro segundo día aquí, me levanté al amanecer para vigilarla porque no escucha una mierda.
Si te advierten que no nades solo en una piscina, no sé qué pensaba ella que significaba eso para el gran mar azul, pero su terca cabeza discutió conmigo hasta la muerte.
Así es como he pasado las últimas tres mañanas antes de que saliera el sol. Sentado al borde de la arena viendo a mi pequeña delfín chapotear y chillar. No soy muy aficionado a nadar, pero era divertido verla disfrutar.