Capítulo 37: LYON

Ahora estoy cabreado. Jared estaba más cerca de nosotros como siempre, así que fue él quien intentó detenerme.

—Recuerda el código, hermano, no puedes ir allí.

—Al carajo el código, esa es mi maldita mujer —le aparté el brazo mientras los otros se levantaban de sus asientos, pero él me sujetó por el hombro.

—No puedes, además... —se interrumpió cuando ambos nos giramos para ver a Katarina literalmente saltar sobre la mesa. Supongo que todas esas malditas acrobacias que ha estado haciendo dieron resultado.

Samantha, la despistada, no supo qué hacer cuando metro sesenta de bola de fuego aterrizó en su pecho. Me planteé seriamente hasta dónde debería dejar que llegaran las cosas antes de intervenir, pero luego lo pensé mejor.

Me levanté y fui a buscar a mi fierecilla, y para entonces los otros clientes estaban asomándose por la puerta por todo el alboroto. Ángel estaba usando la cabeza de Samantha para clavar clavos en el suelo, o al menos eso parecía.