—Veo que las chicas te están afectando, será mejor que aguantes hijo, Drake, Daniel y yo tenemos una apuesta y aposté por ti.
—¡Ah, ¿en serio? —Lo sabía; malditas mujeres.
—¿Entonces qué puedo hacer por ti, Cy? —Se aclaró la garganta y se movió un poco inquieto, lo que me alertó de lo que vendría después; parece que cada pocas semanas desde que lo trajimos a casa, le entraba la misma preocupación.
—Cy, vamos, ya hemos hablado de esto...
—Lo sé, Colt, pero nunca me dejas hablar, esta vez voy a decir lo que pienso —supongo que iba en serio porque su rostro estaba decidido.
—Está bien, Cy, te escucho.
—Bien, es como he estado diciendo todo el tiempo; lo que tú y tu familia han estado haciendo por mí está más allá de las palabras y siento que necesito devolver algo.
—No me dejas pagar nada y aunque ahora tengo trabajo, Elena todavía no me deja comprar mi propia ropa y comida. Algunos días llego a casa y hay bolsas de ropa esperándome.