Traicionado por la Sangre~
Kendra se sentó al borde de la cama en su bata de seda color crema, con el cabello recogido en un moño, una copa de vino en sus manos mientras su doncella, Maris, le masajeaba las piernas, sus manos temblando ligeramente mientras ajustaba el dobladillo de la bata de Kendra.
—Llámalas —ordenó Kendra.
La doncella, Maris, abrió los ojos.
—¿A-a todas, Amante? —preguntó.
Kendra inclinó ligeramente la cabeza, con una sonrisa burlona en los labios.
—Sí, Maris. Hasta la última de esas pequeñas ratas con las que esa perra comparte habitación. Ahora. —Maris se levantó apresuradamente y salió corriendo de la habitación.
Minutos después, Maris regresó, guiando a cuatro jóvenes doncellas a la habitación. Las chicas bajaron la cabeza, con las manos fuertemente entrelazadas, prácticamente temblando. La sonrisa de Kendra se ensanchó aún más. Le encantaba ver el miedo en sus ojos.