"""
Traicionado por la Sangre
El sol ya estaba alto en el cielo, sus cálidos rayos se filtraban por las ventanas de los aposentos de los sirvientes. Avery dobló la última de su ropa recién lavada, una pequeña sonrisa se dibujó en las comisuras de sus labios—una sonrisa que no había mostrado en lo que parecían semanas. Hoy era su primer descanso desde que llegó a la manada de Cain, y se sentía como un regalo largamente esperado.
La jefa de las doncellas había anunciado esa mañana que con la llegada de varios nuevos sirvientes, la carga de trabajo era más ligera, permitiendo a los sirvientes más antiguos un día para descansar. Avery casi dejó caer la bandeja que llevaba por la incredulidad ante la noticia. ¿Un día entero sin fregar suelos, transportar sábanas o soportar la lengua afilada de Marta? Sonaba casi demasiado bueno para ser verdad.