Traicionado por la Sangre
Era como si el tiempo se hubiera detenido.
La voz de Kendra flotaba en el aire, sofocante. Avery la miraba, conmocionada hasta los huesos. No solo le acababa de decir a Cain que estaba tratando de romper su vínculo, sino que también reveló a todos que eran compañeros, algo que Cain había querido mantener en secreto.
«Nadie debe saber sobre esto», le había dicho él, solo para que Kendra lo expusiera todo públicamente. El rostro de Avery palideció y tragó con dificultad. La habitación quedó congelada, con guerreros, sirvientes y todos alrededor inmóviles, todos mirando.
Cain no se movió. No parpadeó.
La respiración de Avery era temblorosa, irregular. Sus labios se separaron y sacudió la cabeza lentamente. —No, no, no —murmuró, sin estar segura de a qué le decía no. ¿Era al hecho de que quería romper su vínculo o al hecho de que eran compañeros? Cain no la escuchó, sus ojos fijos en la mujer que acababa de revelarlo todo.
Kendra.