Capítulo 196

La habitación estaba en silencio.

Ni un susurro. Ni una brisa. Solo la subida y bajada del pecho de Avery en la cama. Su piel, normalmente cálida y colorida, se había vuelto pálida.

Tres curanderas se movían silenciosamente a su alrededor, con las manos firmes. Cuencos de hierbas humeaban en la esquina de la habitación. Una curandera mojó un paño en una mezcla de salvia machacada y agua lunar, limpiando suavemente la frente de Avery.

—¡Diosa! —exclamó, retrocediendo bruscamente, sus ojos abiertos por la conmoción—. Está ardiendo de nuevo. Su temperatura es antinatural.

La segunda curandera se acercó, colocando su mano en la frente de Avery. Se estremeció, retrocediendo.

—No solo está ardiendo. Se está calentando —exclamó. En menos de un segundo, Avery había comenzado a sudar, tanto que la sábana se empapó en menos de un segundo.

—Sus poderes están desequilibrados. Están afectándola negativamente en su cuerpo ahora mismo —dijo la tercera curandera.