—¿B– Beta Negan? —tartamudeé, mi rostro calentándose con un tímido sonrojo.
¿Qué estaba haciendo ÉL aquí?
Me miró con una sonrisa en su rostro, estirando su cuello hacia adelante, tratando de espiar dentro de mi suite.
Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba parada frente a él con nada más que una toalla alrededor de mi cuerpo.
Oh mierda...
—Vaya, hola a ti también, Phoebe —finalmente me saludó con la mano, devolviéndome a la realidad—. ¿Es un mal momento? ¿O...?
Entré en pánico, levantando mi mano frente a su cara. —¡No lo es! —parpadeé torpemente, mirándolo mientras arqueaba sus cejas con curiosidad.
Dios, ¿qué me pasaba?
—Entonces, no te importaría si entro, ¿verdad? —preguntó en un tono bajo, su voz apenas por encima de un susurro.
Tragué saliva, recorriendo con la mirada el pasillo. Por suerte, no había ninguna mucama caminando por ahí todavía.
Apresuradamente, agarré su brazo y lo jalé dentro de la suite, cerrando la puerta detrás de mí.