HeeSha_TA

[ADVERTENCIA: CONTENIDO PARA ADULTOS, TEMAS OSCUROS]

"Te ataré a la cama y te follaré como a una pequeña zorra sucia. Nuestros cuerpos se encontrarán entre perfumes y sudor hasta que estés suplicando piedad de mí... tu gran y malo señor Alfa follable." Juró y mi rostro ardió de humillación.


¿No era risible que no estuviera humillada por sus palabras, sino por los pensamientos que persistían en el fondo de mi mente?


Quería cada parte de ello. El sexo salvaje y loco, el vínculo tóxico... de alguna manera, el sonido de todo eso encendía mi alma. Lo quería todo.
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Phoebe Skywalker es una humilde sirvienta en la mansión del prestigioso Alfa de Luna Azul. Cuando es elegida como el Elegido de la Luna, destinada a emparejarse con el Alfa, nadie esperaba este tabú, ya que solo a las élites se les permitía convertirse en Luna.

Incapaz de tolerar esta humillación, el arrogante Alfa la rechaza. Pero el Consejo Alfa interviene, obligándolo a emparejarse con la improbable elegida.

Phoebe se convierte en la Luna de la manada, pero el Alfa Kaene nunca abriría su corazón a ella... o eso pensaba. Cuando intenta intimidarla, prometiéndole interminables noches de amor despiadado, Kaene no espera el lado combativo de Phoebe que pronto descubrirá.

La Luna tabú sorprende a todos, no solo brillando al conquistar enemigos sino también al robar el corazón del estoico Alfa Kaene.

El Ascenso de la Luna Rechazada

Parpadeé mientras veía el video que se reproducía en la pantalla de proyección.


No era otra que mi querida Phoebe y mi mejor amigo Beta Negan, ambos sentados en un banco en un jardín por la noche.


—Eres la pareja de mi mejor amigo, Phoebe —Negan parecía perturbado en el video mientras Phoebe intentaba besarlo—. Y la Elegida de la Luna, sin mencionar la Luna de la manada. Esto... Esto sería una blasfemia.


Esto no podía estar pasando. Tenía que haber algún tipo de error en alguna parte.


Mientras tanto, mi madre aparentemente estaba alarmada por el video que se reproducía en la pantalla de proyección detrás de ella y comenzó a gritar.


—¿Dónde está la persona encargada de las diapositivas de proyección? —gritó desde el escenario—. ¡Apaguen esto! ¡Apáguenlo!


Luchaba con un iPad en sus manos, pero no importaba cuántas veces hiciera clic en él, el video en la pantalla de proyección no dejaba de reproducirse.


¡Que se jodan todos!