Kaene
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Phoebe finalmente despertó.
Me sentí aliviado pero me aseguré de no demostrarlo, manteniendo mi distancia de ella a pesar del pequeño descubrimiento que hice.
El vínculo de pareja y nuestra proximidad permitieron que su lobo sanara más rápido del shock del coma... Estaba seguro de ello.
El doctor había insinuado algo así, pero ahora tenía la evidencia para probar su teoría.
Al día siguiente después de que Phoebe despertara de su coma, me senté solo en mi oficina dentro de la mansión, tamborileando con los dedos en el reposabrazos de mi silla.
—¿Es esto una señal? —murmuré, dirigiendo mi mirada al techo, esperando que la diosa de la luna me diera algún tipo de respuesta.
No obtuve nada.
Suspiré, frotándome la frente antes de volver a mirar los libros contables de mi empresa y revisarlos para asegurarme de que no hubiera errores.
Justo entonces, alguien llamó a la puerta, obligándome a levantar brevemente la cabeza. —Adelante.