No es lugar para una mujer

A la mañana siguiente, me desperté entornando los ojos, mis manos yendo inconscientemente a mi cabello, el cual me eché hacia atrás.

Estaba a punto de sentarme cuando me di cuenta de que Phoebe dormía profundamente sobre mi pecho, con su cabello cayendo sobre su rostro.

Mis labios se curvaron en una sonrisa burlona ante la vista mientras usaba mis dedos para apartar suavemente los mechones de su cabello.

Mi toque hizo que se moviera en sueños, sus ojos abriéndose con un parpadeo. Pronto me miró fijamente, pareciendo un poco desorientada.

—Buenos días, sol —bromeé, tocándole la nariz.

Ella gruñó, llevando su mano a su cara y frotándose los ojos antes de hablar.

—Dios, anoche fue... —hizo una pausa.

Sus mejillas se sonrojaron mientras trataba de evitar mi mirada, pero luego sus ojos se dirigieron a mi cuerpo desnudo, examinando mi pecho.

Mi sonrisa burlona se convirtió en una amplia sonrisa mientras acercaba mi boca a sus oídos y susurraba:

—Vamos, dilo. ¿Fui demasiado suave?