—Porque yo le di el poder.
Las dos criadas se quedaron paralizadas con miedo en sus rostros, sin atreverse siquiera a girar la mirada para ver la fuente de la voz.
Pero yo tenía mi mirada fija en él.
Kaene.
Dobló en el pasillo, caminando hacia nosotras con el ceño fruncido en su rostro.
—Mírenme —dijo fríamente cuando llegó hasta nosotras, su mirada fijada severamente en las espaldas de las criadas.
Sus cuerpos temblaban de miedo pero no se atrevían a voltearse para mirarlo. Era tan divertido, considerando cómo habían estado listas para intercambiar palabras conmigo hace unos segundos.
Viendo su resistencia, Kaene se impacientó.
—¡Mírenme, idiotas! —gritó en español.
Las dos criadas saltaron, volteándose rápidamente para enfrentar a Kaene y cayendo de rodillas, ya deshaciéndose en sollozos.
Estaba atónita, mirando boquiabierta a Kaene mientras él las miraba amenazadoramente, su dominante aura de Alfa llenando el pasillo como un miasma invisible.