Sir Elijah repitió sus palabras, sorprendiéndome una vez más.
—No participaré en este ritual sin sentido —dijo, cruzando los brazos sobre su pecho.
Su postura mostraba lo serio que estaba con sus palabras.
Los ojos de Kaene destellaron con ira pura. —¿Qué te hace pensar que tienes elección?
—Oh, tengo elección, querido Alfa —escupió con furia.
—Deberías conocer tu lugar cuando me hablas, Elías —rugió Kaene.
Con las venas pulsando de rabia, parecía un depredador listo para abalanzarse sobre su presa en cualquier momento.
Nunca había visto a Kaene así, ni siquiera cuando descubrió mi traición. Sabía que él también estaba frustrado por esta situación, pero el Señor Elijah tenía que ser la víctima de su ardiente ira.
La atmósfera estaba tensa mientras se miraban fijamente, esperando que el otro cediera primero.