_Hogar.

Mientras los cuerpos ardían, la voz de Keane resonó:

—Vamos a casa.

Un rugido de emoción surgió entre los guerreros.

Por fin íbamos a casa, sin más miedo, sin más brujas y sin más rituales.

Solo a casa.

Mientras nos acercábamos a los límites de la manada, capté el sonido de voces. Muchas de ellas, superponiéndose unas a otras.

Toda la manada ya estaba esperando cuando regresamos, sus ojos llenos de una mezcla de alivio y gratitud. El Alfa y la Luna que abandonaron su boda para luchar en una batalla habían regresado victoriosos.

—¡Nuestros guerreros han regresado! —gritó un hombre, dando un paso adelante.

Cientos de hombres y mujeres se adelantaron, aplaudiendo, con orgullo y gratitud evidentes en sus ojos.

Me quedé paralizada.

¿Estaban aplaudiendo por nosotros?

Me tomó unos segundos registrar lo que estaba sucediendo y cuando lo hice, una sonrisa se dibujó en mi rostro al verlos. Estaba llena de auténtica felicidad, pero seguía sin creerlo.