POV: Yaiba
Este pueblo en verdad no descansa. Tecoyapan late como un corazón cansado que se niega a dejar de latir. Sus calles están vivas, aunque ya se vean algo desgastadas. En cada esquina, la gente pasa corriendo: caminan, compran, venden, hablan, regatean… y nadie se detiene a mirar a un chico vendado que camina sin rumbo.
Llevo casi dos horas caminando por estas calles, buscando a alguien que ni siquiera sé cómo se llama, solo me acuerdo de su cabello… ese violeta polvoriento, manchado de tierra y su respiración tan débil, como si la muerte la estuviera acariciando.
La ciudad es un laberinto y aunque sigo caminando, comienzo a pensar que solo estoy dando vueltas. En cada calle hay más gente, pero Maze… nada. No hay ni rastro de ella y esa incertidumbre me esta matando mas que cualquier herida.
Algunos guardias patrullan por aquí, otros ya están bebiendo y yo… yo acabo donde empecé. “El Cuerno Roto”.
Entro sin pensar, sin decir una palabra, sin siquiera mirar.
Las voces dentro están apagadas. Un par de aventureros juegan a las cartas, una pareja discute en una esquina con susurros llenos de rabia y el resto simplemente bebe en silencio.
Camino hasta la barra, dejo mi espada de madera a un lado y también me dejo caer. Todo me duele, pero lo que más duele es no saber qué hacer. Y por primera vez en el día… me detengo. Miro la superficie de la barra, esas vetas viejas, marcadas por vasos, cuchillos y el paso del tiempo. Una historia silenciosa que no me pertenece. Justo cuando el mundo empieza a volverse más borroso de tanto girar en mi cabeza…
.Agua -dice una voz ronca.
Levanto la mirada.
El viejo Trusk deja un vaso frente a mí, con la misma expresión de hace un rato. No sonríe y no pregunta. Solo me observa.
-Gracias…
No sé si lo digo por el agua o por el silencio. y justo cuando parece que esa pausa va a seguir, el la rompe con algo que no esperaba.
-¿Por qué estás viajando, chico?
Su pregunta me toma por sorpresa. Maze me había dicho que el no preguntaba nada, y la verdad pensé que simplemente me dejaría aquí sentado con mi vaso de agua, esperando a quedarme dormido o a que me diera un mareo por dentro. Pero no, él me mira directo, como si ya supiera la respuesta… pero necesitara escucharla de mí.
Aprieto el vaso y trago saliva.
-Estoy buscando a alguien. A mi hermano.
-¿Ese tal Elliot del que tanto habla Maze?
Asiento.
-Desde que era niño, él siempre fue diferente. Más fuerte, más rápido y mucho más valiente.
Una pausa.
-Pero también fue el primero en creer en mí. Cuando no me emocionaba mucho la idea de poder blandir una espada… él siempre me apoyaba, me decía que yo tenía algo especial. Que solo tenía que encontrarlo. Así que… cuando desapareció, sentí como si me hubieran quitado algo muy importante para mí, muchas cosas que hace tiempo no sentía volvieron, emociones, pensamientos… y de de repente, algo dentro de mi se encendió. Una voluntad que me decía que tenía que ir tras él. Aunque no tuviera idea de como hacerlo.
Trusk me observa sin mover un musculo, apoyando ambos codos sobre la barra.
-Una buena razón para moverse, ¿no?. Mejor que muchas otras.-dice
Suspira y se acomoda un poco.
-Pero dime… ¿tu crees que con eso basta? ¿Con esa voluntad?
Levanto los ojos.
-¿A qué se refiere?
-A que no eres un aventurero experimentado. No eres un caballero del reino. No tienes armas de verdad, ni experiencia, ni un escudo que valga.
Hace una pausa, como si midiera el siguiente golpe.
.Siendo sincero, chico… dudo que puedas llegar más allá del Reino Xochira con lo que tienes ahora y créeme, no te lo digo para ofenderte. Solo… lo digo para que lo pienses.
Baje la mirada, sentí una punzad, pero no de rabia, es una de… aceptación.
-Ya lo sé. -susurre-Soy débil.
El viejo no dijo nada, solo me mira en silencio.
-Si hubiera seguido el entrenamiento como Elliot, las cosas serían distintas. Quizá si no hubiera perdido tanto tiempo… si no me hubiera rendido cuando me costaba…
Me detengo y respiro hondo.
-Pero hay algo más. Algo que no sé cómo explicar y algunos ya pudieron ver.
Levanto la mirada y lo miro a los ojos. Él no parpadea.
-Antes de salir del pueblo… tuve una pelea. Con quien me crió. El viejo Yang.
Asiente, como si reconociera el nombre.
-En esa pelea… algo dentro de mí se despertó. No se como explicarlo... pero era una oscuridad...
-¿Oscuridad?
-Sí, un vacío negro y frío.
-¿Y qué es lo que hace?
-Me cubre, me envuelve. Cuando estoy en peligro, me protege. Me da fuerza, y siento como mucha energía corre por todo mi cuerpo. Pero cada vez que sale… me destruye por dentro. Cuando todo termina, apenas puedo moverme, siento que me traga por dentro y después… queda solo dolor.
Silencio.
Trusk se mantiene inmóvil, pero sé que está procesando cada palabra, yo solo bajo la mirada. Por primera vez, lo dije en voz alta y ahora suena más real, mucho mas aterrador.
Unos cuantos segundos, se hacen eternos. Los murmullos de las personas en el lugar hacen eco. Solo veo al viejo Trusk inmóvil sin decirme nada.
-¿Y esa es tu única voluntad?
Lo miro y no dejo de parpadear.
-¿Mi qué?
Acaba de ignorar por completo todo lo que le conté. No me queda mas que sorprenderme por eso.
-Tu voluntad. Tu “razón”. Eso que dices tener, es eso realmente ¿Buscar a tu hermano? ¿Eso es todo lo que te sostiene?
Me cuesta unos segundos entender lo que quiere decir. Aún así, asiento.
-Sí. Es lo único que tengo. Él… él me dio esperanza. Cuando yo ya no creía en nada, cuando estaba atascado en una nube gris…
Trusk levanta una mano y me interrumpe.
-Lo entiendo. en serio, chico… se exactamente de lo que estas hablando.
Se endereza y sus ojos se clavan en mí, lo que dice después… se queda flotando en el aire como una sentencia sin terminar.
-Pero escucha bien esto: En tiempos oscuros… las voluntades más fuertes son las que se forjan, y también… las que destruyen.
El silencio me golpea más que sus palabras y lo miro con el ceño fruncido.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Que no todos los que se aferran a su voluntad, sobreviven a ella. A veces, lo que más crees necesitar, es justo lo que te arrastra hasta el fondo.
-¿Está diciendo que me rinda?
-No.-su voz es firme-no te estoy diciendo eso, solo que no te obsesiones con eso.
-¿Entonces qué se supone que haga?
-Entiende que a veces... la voluntad no es algo que simplemente te impones. Puede cambiar, transformarse.
Me quedo en silencio un momento. Él se da la vuelta, como si el tema hubiera terminado, pero entonces se detiene.
No voltea. Solo suelta la pregunta:
-Si el gran juicio volviera a pasar… si el cielo y el infierno se enfrentaran otra vez… ¿a quién ayudarías tú?
Me congelo.
-¿Qué…?
-Lo que oíste.
-No entiendo… no entiendo lo que dices, Trusk
-¿A quién ayudarías, Yaiba?
Me toma por sorpresa. No sé si lo dice en serio, no sé si es una prueba o una advertencia.
El viejo finalmente voltea y me mira con esos ojos que ya han visto más guerras de las que yo puedo imaginar.
-Tu voluntad te trajo hasta aquí. Pero no confundas caminar con entender el camino.
Camina hacia una alacena.
-Ahora vete-saca un frasco de cristal con un líquido ligeramente azul y me lo entrega.-Toma un trago y el resto dáselo a Maze. Ella lo necesitará más que tú.
-¿Qué es esto?
-Algo en lo que estuve trabajando. No cura heridas mortales, pero ayuda a estabilizar la energía… y a soportar el dolor.
Me quedo mirándolo. Él me da una ligera palmada en el hombro.
-Ve y vuelve con ella. No quiero más sillas vacías en este lugar.
Salgo del bar y el aire de la noche me golpea como un recordatorio de que la historia no se detiene. Las calles de Tecoyapan siguen con gente, aunque algunos negocios hayan empezado a cerrar. Las luces del pueblo iluminan el camino y mis pasos suenan más fuertes de lo habitual.
Camino rápido. Luego me pongo a correr.
Sigo la ruta que tomamos antes, entre callejones, senderos de tierra, con el aroma del bosque. El frasco que me dio Trusk pesa en mi bolsillo.
Y en mi cabeza… sigue resonando su voz. “¿A quién ayudarías tú?” No sé por qué eso me dejó tan inquieto. Quizá porque… no tengo una respuesta. Tal vez porque, en el fondo… tengo miedo de lo que podría significar tener una.
Y entonces pienso en algo. No le conté sobre la voz, no le dije que cuando todo se oscurece y el dolor me arrastra, cuando siento que no tengo salida… algo me habla. Una voz. No mía. No humana, y tampoco maligna. Solo… otra. Una presencia que existe en mi mente desde la pelea con el viejo Yang. A veces se esconde. A veces susurra.
“Déjame salir.”
Me pregunto si hice bien en callarlo o si debí contárselo al viejo Trusk. Si eso que vive dentro de mí… es un poder o un peligro, pero ya no hay tiempo para pensar. Porque mientras corro entre los árboles, algo me sacude desde dentro.
Un tirón, una punzada en el pecho, como si el corazón se acelerara o se fuera a salir. Es una sensación rara, como un latido que no encaja.
Me detengo bajo un árbol enorme. La respiración se me corta. La punzada vuelve, mas fuerte que antes…
-¿Qué me pasa…?
Cierro los ojos y aprieto los puños, y ahí está otra vez. Esa voz...
-Déjame salir…
Me susurra como un eco en el pecho, pero esta vez… no solo la escucho. Puedo sentirla. Siento cómo se mueve. Cómo trepa por mis huesos, cómo se agita como una sombra viva, queriendo abrirse paso.
Parpadeo varias veces, una tras otra. Y cuando abro los ojos… ya no estoy bajo ese árbol.
Estoy… más adelante, en medio de la nada, rodeado de árboles que no recuerdo haber cruzado.
-¿Me moví… solo?
Al frente se ve una silueta, Hay un espacio claro. Una figura de cabello violeta amarrada a un tronco.
Y entonces la oigo.
“—No soy como los otros. No soy como los Cambions que odias. Yo también sufrí…”
Esa voz… Es… Es Maze.
“—No termines esa frase… Te entiendo, por eso te voy a matar.”
“—¡No tienes derecho!”
“—Tengo el poder. Y eso basta"
La voz de un tipo. Esto se esta saliendo de control. Siento como mi corazón se acelera y mis manos tiemblan. Pero no por miedo. Es ella, es Maze y esta en peligro. sin pensarlo dos veces, empiezo a correr.
Mientras mas paso entre las ramas, mas rasgan mi ropa. El aire corta, pero ya no me importa. Siento que algo me arrastra hacia adelante. Como si mi cuerpo ya supiera lo que debo hacer.
Y entonces… la veo.
Maze de rodillas en el suelo, tiene muchos cortes en sus piernas y cuerpo, está sangrando y está sola.
Ese cazador y su lobo la rodean como bestias hambrientas. Sus palabras me taladran el pecho. La quiere matar, le quiere quitar su razón de seguir adelante… no… eso no. Le prometí un lugar donde los cambions pudieran vivir… prometí cargar con su dolor… y nunca la dejare sola.
Doy un paso y luego otro. Estoy cerca y decido hablar.
-¿Quién eres tú… para juzgar los sentimientos de alguien y menospreciarlos?
El lobo gira y gruñe. El cazador detiene su movimiento. Puedo sentir como ambos me observan.
Mi voz no tiembla.
-Tengo una pregunta para ti, cazador.
Empiezo a salir y camino hacia ellos. El aura del bosque cambia, el aire pesa y el suelo parece sostener la respiración. No parece que antes de entrar se sentía una gran tranquilidad en el bosque.
-¿Quién eres tú para juzgar a un ser vivo?
El cazador no me dice nada, pero sus ojos se afilan. Su lobo retrocede un paso mas
Entonces llego hasta ella.
Maze. Su cuerpo tiembla apenas, su respiración es inestable y sus ojos borrosos apenas me distinguen.
Me agacho.
-Disculpa por tardar, Maze… -mi voz suena más firme de lo que pensé- No podía quedarme esperando más en el bar junto al viejo. Lo más importante ahora es…
La miro a los ojos.
-¿Estás bien, Maze?
Ella apenas puede hablar, sus labios tiemblan. Pero sus ojos…por un instante, vuelven a brillar.
-Toma esto -le digo, refiriéndome al frasco—. Es un regalo de Trusk. Te hará bien.
Saco el frasco que el viejo Trusk me dio y se lo extiendo. Entonces, sin dudarlo, le tiendo la mano. Como ella lo hizo por mí antes.
-Vamos a hacer equipo, Maze. Se que no estas bien, pero tú me salvaste una vez… ahora déjame ayudarte a ti.
Ella me mira. Vacila por un segundo y con la poca fuerza que le queda… su mano envuelta en sangre se alza y se aferra a la mía.
Me ayudo a ponerla de pie lentamente.
-Yo me encargaré del cazador y su lobo. Tú… libérala.
-¿A la chica…?
Asiento.
-Sí tonta. La del cabello violeta. Sácala de aquí. Hazlo mientras yo los entretengo.
Maze respira hondo. Se limpia la sangre del rostro, y con una sonrisa. responde:
-Eres un idiota, Yaiba. Te dije muy claro que me esperaras en el bar con Trusk. Pero bueno. No dejaré que te maten tan fácil.
-Podrías solo por un momento, comportarte como una princesa en peligro.
Se separa tambaleante hacia la chica.
Doy un paso al frente y tomo mi espada de madera. El aura alrededor del cazador cambia, puedo ver que ya no es el cazador confiado.
Es alguien… que no esperaba que la presa tuviera aliados.
Le hablo sin rodeos:
-Ella ya no está sola y tú… tú tendrás que enfrentarme ahora.
El cazador entrecierra los ojos.
-¿Quién demonios eres?
Doy un paso al frente.
-No sé exactamente qué veas en mí. Pero a partir de ahora
Levanto la espada.
-Yo soy tu oponente.
El cazador sonríe y su lobo gruñe. Ambos se colocan en guardia y yo… también.
Porque incluso si soy débil… esta vez, no voy a dar un paso atrás.