Su tensa relación

Después de la cena, Gabriel se aseguró de que Amelie tomara sus pastillas antes de que se levantara de su asiento.

—¿Puedo dar un paseo por el jardín un rato? —preguntó ella, mirándolo.

—Por supuesto que puedes —respondió Gabriel con naturalidad.

—Buenas noches, entonces. —Amelie se dio la vuelta para irse, asumiendo que él se retiraría por la noche. Pero antes de que pudiera alejarse, la voz de Gabriel la detuvo.

—Te acompañaré —dijo él, ya poniéndose de pie.

Ella dudó por un momento, queriendo negarse, pero antes de que pudiera protestar, Gabriel tomó suavemente su mano. Su mano estaba cálida mientras la guiaba hacia el jardín, sin dejarle otra opción que seguirlo.

Amelie se colocó un mechón suelto de cabello detrás de la oreja, inhalando el aire fresco de la noche mientras la suave brisa rozaba su piel. Gabriel había soltado su mano, ahora metiendo las suyas en sus bolsillos, con pasos relajados pero decididos.