David miró a su hija con incredulidad cuando ella declaró firmemente que no regresaría con él.
Se acercó, bajando su voz a un susurro severo.
—¿Qué estás tratando de hacer, Amelie? Vamos a casa tranquilamente. No les causes problemas.
Pero Amelie no se inmutó.
Antes, mientras se dirigía al palacio junto a Gabriel, había estado reflexionando. Había pasado más de un día considerando la propuesta que él le había hecho. Esta vez, no deseaba quedarse callada y mantener sus pensamientos para sí misma.
Su mayor arrepentimiento siempre había sido ocultar la verdad sobre su relación con Alex, confiar en la persona equivocada y permitir que el miedo dictara sus decisiones.
Pero conocer a Gabriel había cambiado eso. Había aprendido que decir la verdad y ser honesta podría no cambiar las cosas para la persona frente a ella, pero para ella, podría hacer una gran diferencia.