Casaio no deseaba hablar sobre Zilia con ninguno de sus padres. Y ahora, de repente su madre preguntaba por ella, lo que lo hizo sentir incómodo.
—Puedes adelantarte y buscar a alguien para mí —dijo Casaio. Sentía que si le contaba a su madre cómo Zilia lo había traicionado, ella ni siquiera dejaría que Dominick se casara con la mujer de su elección. En cuanto al castigo de Zilia, decidió hacerlo realidad solo en San Ravendale. No tenía intención de traerla al palacio.
Mientras tanto, Mabel miró a su hijo con perplejidad.
—¿Qué dijiste? —Solo quería confirmar que no había escuchado nada mal.
—Corté lazos con Zilia. Perdóname por no habértelo dicho antes —dijo Casaio, manteniendo un rostro normal. No tenía intención de mostrarle la agitación que había sufrido todo este tiempo.
—¿Pasó algo entre ustedes? Pídele que me vea una vez —dijo Mabel.
—Ha dejado la capital para siempre —respondió Casaio.
—¿Qué? —Mabel frunció el ceño—. ¿Por qué no me lo dijiste antes?