—Estoy trabajando en algo especial para el lunes —dijo Amelie, alejándose y dirigiéndose hacia la cama.
—¿Una propuesta? —preguntó Gabriel.
—Lo descubrirás muy pronto —respondió ella con una sonrisa juguetona—. Mientras tanto, deberías ir a ver al Hermano Casaio. Solo mantén la mente tranquila cuando hables con él.
Se acomodó en la cama, tomando su laptop y abriéndola sobre su regazo.
—De acuerdo —asintió Gabriel, observándola por un momento—. Por cierto, no lo olvides, saldremos esta noche.
—No lo he olvidado —dijo Amelie con una suave sonrisa, sus ojos encontrándose brevemente con los de él antes de volver a la pantalla frente a ella.
Gabriel bajó las escaleras mientras su mirada caía sobre Albus. «¿Le habrá contado Albus a Mamá sobre Zilia? Necesito tender una trampa para descubrir quién es el verdadero espía en mi mansión. Hacer conjeturas no servirá de nada», pensó, y llegó al pie de las escaleras.
Se dirigió hacia la habitación de Casaio y llamó a la puerta.