Arrepentimientos

—¡Cállate, Anita, simplemente cállate! —espeté con ira y frustración.

Los ojos de Anita se abrieron de par en par por la sorpresa. Nunca le había hablado así antes, pero hoy lo hice, y no me arrepentí. Estaba furioso, no solo con ella, sino conmigo mismo.

Había golpeado a Olivia.

«¿En qué diablos estaba pensando? ¿Había perdido la cabeza? ¿Cómo pude dejarme provocar hasta golpearla?»

Mi lobo aulló furiosamente dentro de mí, y donde estaba parado, me sentía tan avergonzado de mí mismo. Miré a mis hermanos, Levi y Louis, y tenían una mirada vacía en sus rostros. Pero sin decir una palabra, me di la vuelta y me alejé de la mesa del comedor.

Al llegar a mis aposentos, caminé de un lado a otro por mi habitación, pasándome una mano por el pelo. Me arrepentía de lo que había hecho.

Sí, quería que Olivia sufriera por lo que me dijo hace todos esos años, por el dolor que me causó. Pero no así. Nunca así. Nunca había imaginado lastimarla con mis propias manos.