Punto de vista de Olivia
Se levantó de la silla lentamente. Me quedé congelada, como una presa atrapada en la mirada de un depredador. Mi cuerpo reaccionó antes de que pudiera detenerlo, el calor bajando por mi columna y asentándose entre mis muslos.
—Quítate la ropa —dijo, con voz baja y autoritaria.
Me estremecí, con los ojos muy abiertos.
—No...
Sus ojos se entrecerraron ligeramente, no con ira, sino con certeza.
—Ahora.
Mi respiración se entrecortó. Algo en su tono no dejaba lugar a negativas. Mis manos temblaban mientras alcanzaba el fino tirante sobre mi hombro, arrastrándolo hacia abajo lentamente. Luego el otro.
La seda se deslizó, cayendo a mis pies.
Me quedé allí, desnuda.
Temblando, no por frío, sino por la abrumadora conciencia de su mirada recorriendo cada centímetro de mi cuerpo.
Y entonces lo vi.
Deseo.
Crudo. Hambriento. Sin filtros.
Brillaba en sus ojos, oscureciéndolos, tensando su mandíbula.