Punto de vista de Olivia
Anita tomó un respiro tembloroso y se acercó, retorciéndose los dedos.
—¿Podrás perdonarme alguna vez? —preguntó, con la voz temblorosa.
La miré fijamente, sin decir nada todavía.
¿Perdonarla? Sobre mi cadáver.
—Sé que te lastimé muchísimo —continuó, sus ojos comenzando a brillar con lágrimas. Pero no me conmovió porque podría ser falso.
—Pero todo lo que hice... surgió de los celos. Siempre fuiste... especial, Olivia. Entrabas a una habitación y todos lo notaban. Ni siquiera lo intentabas, y aun así la gente te veía.
Bajó la mirada, sus manos retorciéndose nerviosamente.
—Eras hermosa, talentosa, amable. La gente escuchaba cuando hablabas. Se preocupaban por ti. Me sentía invisible a tu lado.
Mi ceño se profundizó. Nunca noté esto... nunca me sentí especial... excepto con los trillizos, que me hacían sentir así.
—Lo siento mucho —se ahogó en sus lágrimas.
Mi pecho se tensó, una parte de mí recordando a la amiga que solía tener en ella.