—En segundo lugar, eres tan egoísta, ¡solo piensas en ti misma! —continuó Enissa enfadada.
—¡Solo porque descubriste algo especial sobre ti, ahora crees que eres mejor que todos en la aldea, y crees que solo porque el rey te pidió que te casaras con su hijo, eso te hace más especial?!!! —La cara de Enissa estaba roja como un tomate de ira.
Catherine dio un paso atrás alejándose de su hermana pequeña, sabía lo loca que se ponía cuando estaba enfadada, pero nunca la había visto así, parecía tan amargada.
Pero, finalmente, Catherine llegó a entender por qué su hermana estaba enfadada.
Hoy se suponía que era el día en que iría al palacio, para prepararse para su boda que se celebraría mañana.
El Rey Alfa les había hecho una visita inusual hace un año y le había pedido a su madre que entregara a su hija mayor a su hijo, a cambio de su residencia en su reino, ya que no podían pagar sus impuestos.