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En el laboratorio de investigación, todos los demás ya se habían ido del trabajo.
Cuando Qin Jingzhi entró en la habitación, solo vio una figura recostada sobre el escritorio, con los ojos cerrados, aparentemente tomando un breve descanso, y junto a su mano había un cuaderno abierto, cubierto de texto denso, sus propios bocetos dibujados a mano y fórmulas de cálculo.
Mirando el cuaderno, Qin Jingzhi supo que Ren Chuqing poseía capacidades de investigación y desarrollo.
Aunque no provenía de un entorno profesional en este campo, tenía un talento innato para la creación de fragancias, y fue precisamente por este talento que poseía múltiples derechos de patente.
Esas patentes probablemente eran codiciadas por cualquier empresa en la Industria del Aroma.
La mirada de Qin Jingzhi se posó sobre el rostro de Ren Chuqing; sin verla durante muchos años, sus rasgos aún conservaban trazos del pasado—al menos... ¡le permitieron reconocerla de un vistazo!