—Lo siento mucho por lo de hoy... —murmuró Wen Mulan suavemente.
—¡Está, está bien! —respondió Lu Mianmian algo incómoda.
Un silencio incómodo se instaló entonces entre los dos.
Al ver esto, Ren Chuqing quiso dar un paso adelante para ayudar a aliviar el ambiente por su amiga, pero antes de que pudiera moverse, Wen Muqing la había agarrado del brazo.
—Hermano mayor, nos iremos primero. La Señorita Lu será tu responsabilidad —dijo Wen Muqing, tirando de Ren Chuqing hacia la salida de la comisaría.
—Pero yo... ah... ¡Ah Qing!
Pronto, los dos habían desaparecido de la comisaría.
No fue hasta que estuvieron en el coche que Ren Chuqing pareció darse cuenta de algo.
—¿Lo hiciste a propósito para darle a tu hermano mayor algo de tiempo a solas con Mianmian?
—De repente, sentí que era algo digno de lástima —dijo Wen Muqing con indiferencia.
¿Digno de lástima? Probablemente nadie se atrevería a usar esa palabra para referirse al Primogénito Joven Maestro Wen en un día normal.