Cuando abrí los ojos, encontré al Tío Ray durmiendo a mi lado mientras sostenía mis manos. No recordaba lo que había sucedido, pero fragmentos de recuerdos llegaban incontrolablemente y al azar a mi cabeza.
Me sentía como si una excavadora me hubiera aplastado y convertido en grasa. Una manta cubría todo mi cuerpo, y cuando la revisé, ya no llevaba mi ropa sino una camisa limpia y nueva.
Debe ser la camisa del Tío Ray. Podía olerlo en ella.
¿Qué me había pasado? ¿Por qué estaba aquí?
Intenté levantarme, pero mi cabeza palpitaba, y mi entrepierna y centro tenían mucho dolor. Recordé que esos bastardos me habían hecho cosas asquerosas, y eso me hizo odiarme aún más.
Era un lobo sin lobo, un compañero rechazado por coincidencia, y ahora...
¡MALDITO MUNDO!
¡MALDITA DIOSA DE LA LUNA!
¡ODIO TODO, INCLUSO A MÍ MISMA!
¡AARGH!
—Ioris, ¿qué pasó? —el Tío Ray sacudió mis hombros con fuerza para despertarme de la ira que estaba a punto de quemarme. O podría destruir todo.