La Manada

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Seguí al Alfa Chris hasta la mazmorra y conocí a Dexter en su celda. Solo me dejaron ver desde afuera, y fue entonces cuando vi a Dexter transformarse en su forma monstruosa cada vez que los soldados encendían las luces.

Me cubrí la boca con ambas manos, incapaz de creer que Dexter fuera el tipo de criatura que yo conocía como un monstruo chupasangre, aunque una vez me había dicho que nunca había conocido a uno antes.

Su piel estaba pálida, casi gris, y su cabello era como si se hubiera caído. Sus orejas eran puntiagudas como las de los murciélagos, y sus dientes estaban llenos de colmillos.

—Dexter... —murmuré, y el Alfa Chris me escuchó, así que se acercó a mí.