El lanzamiento de la colección "Corea Moderna" del Grupo de la Torre en Seúl debería haber sido un éxito. Con diseños que combinaban elementos de la moda k-pop con motivos tradicionales como los 花纹 del hanbok, la expectativa was alta. Pero las reseñas de bloggers coreanos fueron duras: "Estos diseños son un montaje sin coherencia", escribió una influencer de moda. "No respetan la simbología cultural, solo la usan como decoración".
Sofía, que estaba revisando los comentarios en el estudio de Madrid, sintió un nudo en el estómago. "No entendemos realmente la cultura coreana", admitió a Alejandro. "Hemos superficializado los motivos tradicionales, como si fueran solo estampados bonitos".
Alejandro, que había estado siguiendo las ventas decepcionantes, asintió. "Tenemos que ir a Seúl, 亲自. No podemos resolver esto desde lejos".
La semana siguiente, Sofía y Alejandro aterrizaron en la capital coreana, con un plan: visitar talleres de artesanía tradicional, consultar a expertos en simbología coreana y buscar colaboradores locales. Su primer destino fue el Museo Nacional de Corea, donde se exponían hanboks siglados y textiles con motives como el dobok (flor de loto) y el yun (nube).
"Mira estos bordados", dijo Sofía, admirando un vestido imperial con motives de dragones y olivos. "Cada símbolo tiene un significado profundo, como la longevidad o la pureza. Nuestra colección los usó sin contexto, como si fueran simples diseños decorativos".
El día siguiente, se presentaron en el taller de Kim Ji-woon, un maestro de costura de hanbok. "El hanbok no es solo una prenda", les explicó mientras mostrába les un kimono azul celestial con motives de arroz. "Es un lenguaje visual que cuenta la historia de nuestro pueblo. Si quieres usarlo en tu diseño, debes entender su alma".
Sofía tomó notas diligentemente, mientras Alejandro hablaba con organizaciones de protección del patrimonio cultural, como la Comisión Nacional de la Cultura Tradicional. "Nuestros artesanos están preocupados por que la moda moderna diluya nuestros valores", les dijo un representante. "Pero si collaborate con ellos, puedes ofrecer una nueva perspectiva sin perder la autenticidad".
La clave vino con la entrevista con Lee Min-jae, un artista que fusionaba el papel coreano (hanji) con diseños modernos. "El hanji no es solo papel", dijo, mostrába les una bolsa hecha con fibra de arce, teñida con hojas de perilla. "Es un arte ancestral que simboliza la conexión con la naturaleza".
Sofía se inspiró inmediatamente. Propuso a Min-jae una colaboración: usar el hanji en accesorios y detalles de los diseños, y los motives del taegeuk (símbolo del yin-yang coreano) en tejidos biodegradables. "Queremos honoring tu cultura, no copiarla", le dijo. "Nuestra colección debe ser un diálogo entre Madrid y Seúl".
Mientras Sofía trabajaba en los bocetos con Min-jae, Alejandro se comprometió a establecer un fondo para proteger el arte del hanbok, financiado con el 10% de las ventas de la nueva colección. "Queremos ser parte de la solución, no del problema", dijo en una rueda de prensa con medios coreanos.
Los meses de trabajo culminaron en un desfile en el Palacio de Gyeongbokgung, ante un público que incluía artesanos, bloggers y clientes locales. Sofía y Min-jae presentaron juntos los diseños: vestidos de lino con bordados del dobok realizado por mujeres artesanas de Jeju, y chaquetas con motives del yun imprimidos con tintas naturales.
"Este vestido azul representa el mar de Corea", explicó Sofía, mostrándole un modelo con un bordado de olivos en el cuello. "Y estos detalles en hanji son un homenaje al trabajo de los artesanos que han preservado esta tradición por generaciones".
La reacción fue palpable. Los bloggers que habían criticado la primera colección ahora elogiaban el respeto y la profundidad de la nueva propuesta. "Esto no es solo moda", escribió la influencer que había sido más dura. "Es un diálogo entre culturas, hecho con respeto y creatividad".
Las ventas superaron las expectativas, pero lo más importante fue el impacto social. El fondo para el hanbok ayudó a restaurar talleres en peligro de extinción, y los artesanos coreanos comenzaron a recibir reconocimiento internacional.
En el camino de regreso a Madrid, Sofía y Alejandro reflexionaron sobre el aprendizaje. "La moda es un puente entre culturas", dijo Sofía, mirando los bocetos que había hecho durante el viaje. "Pero para construir ese puente, primero hay que escuchar y entender".
Alejandro asintió. "Y esto nos ha enseñado que el éxito en el extranjero no es solo vender productos, sino crear conexiones. Cada cultura tiene una historia que contar, y nuestra labor es ayudarlas a expresarse con dignidad".
En el Grupo de la Torre, el equipo aprendió la lección: no asumir, sino investigar; no imitar, sino colaborar. Y cuando la nueva colección "Corea Conecta" llegó a las tiendas, llevaba consigo no solo diseños bonitos, sino un mensaje de respeto y unidad cultural.
Y así, el choque inicial con la cultura coreana se convirtió en una oportunidad para crecer, no solo como empresa, sino como agentes de conexión entre mundos. Sofía y Alejandro sabían que el camino en el mercado asiático seguiría siendo desafiante, pero ahora lo recorrerían con la sabiduría de que la moda más bella nace de la humildad y el diálogo.
La expansión y nuevos retos en Asia
El éxito de la colección "Corea Conecta" abrió nuevas puertas para el Grupo de la Torre en el mercado asiático. Sin embargo, apenas comenzaron a celebrar, cuando se dieron cuenta de que cada país tenía su propia cultura y expectativas, y el camino hacia una verdadera expansión sería más complicado de lo previsto.
En Japón, la primera reacción a los diseños que combinaban elementos coreanos y españoles fue de indiferencia. Los clientes japoneses, acostumbrados a la precisión y la sofisticación de su propia moda, no veían la relevancia de los diseños que, según ellos, se veían "desordenados". "Los motivos del hanbok no tienen conexión lógica con los bordados españoles", escribió un crítico de moda en un artículo. "Esto parece más un experimento fallido que una colección coherente".
Sofía y Alejandro no se resignaron. "Japón es un mercado crucial", dijo Alejandro durante una reunión con el equipo. "Necesitamos entender mejor su estética y valores". Esta vez, en lugar de emprender un viaje inmediato, contrataron a un consultor de moda japonés, Hiroshi Tanaka, quien les explicó: "En Japón, la moda es una expresión de la armonía y la pureza. Los diseños deben transmitir un mensaje claro y tener una estructura simétrica".
Sofía se sumergió en el estudio de la moda tradicional japonesa, como el kimono y el yukata. Se dio cuenta de que los diseños japoneses se basaban en patrones geométricos, como los círculos y los cuadrados, y en colores sosegados, como el azul marino y el blanco. Junto con Hiroshi, comenzó a rediseñar los modelos para la colección japonesa, combinando los elementos esenciales de la cultura española, como la pasión y la riqueza de los colores, con la estética japonesa.
Mientras Sofía trabajaba en los diseños, Alejandro se dedicó a establecer lazos con minoristas y fabricantes locales. Pero pronto se encontró con un obstáculo inesperado: los fabricantes japoneses tenían altos estándares de calidad y 很慢 a 接受新 proveedores extranjeros. "Necesitamos demostrar que nuestro Grupo es confiable y que respeta nuestras tradiciones", le dijo un gerente de una fábrica de textiles.
Para superar este problema, Alejandro propuso una colaboración: enviar a algunos artesanos españoles a Japón para aprender los métodos de fabricación tradicionales, y a su vez, invitar a artesanos japoneses a Madrid para mostrarles los procesos de confección del Grupo de la Torre. "De esta manera, crearemos un intercambio mutuo de conocimientos y confianza", dijo.
En el transcurso de estos esfuerzos, Luna y Lea no se quedaron atrás. Luna, inspirada por la investigación de su madre, decidió hacer un proyecto para su clase de arte: un álbum de dibujos que combinara motivos japoneses y españoles. "Quiero mostrar cómo dos culturas tan diferentes pueden crear algo hermoso juntos", dijo a su profesora. Lea, por su parte, se fascinó con los kimonos y comenzó a hacer mini versiones con trozos de tela que encontraba en el estudio de Sofía.
Después de meses de trabajo, la colección "Japón-España: Un Encuentro de Culturas" estaba lista. El desfile tuvo lugar en un histórico templo en Tokio, rodeado de jardines zen. Los modelos caminaron por el pasillo con diseños que combinaban el ikat español con los bordados geométricos del kimono, y los accesorios estaban hechos con materiales tradicionales de ambos países, como el hanji coreano y el cuero español.
La reacción del público fue abrumadora. Los clientes japoneses elogiaron la armonía y la creatividad de los diseños, y los medios dieron amplia cobertura a la colección. "Esta es una muestra perfecta de cómo la moda puede ser un puente entre culturas", escribió un editor de una revista de moda en Japón.
Pero los retos no terminaron ahí. Con el éxito en Corea y Japón, el Grupo de la Torre decidió expandirse a otros países de Asia, como Vietnam y Tailandia. En cada uno de ellos, encontraron nuevas diferencias culturales y expectativas de los consumidores. En Vietnam, los clientes valoraban la comodidad y la simplicidad, mientras que en Tailandia, se daban más importancia a los colores brillantes y los motivos religiosos.
Sofía y Alejandro aprendieron a ser más flexibles y a adaptarse rápidamente a cada mercado. Formaron equipos locales en cada país, conformados por diseñadores, expertos en marketing y gerentes de ventas, quienes ayudaban a entender las necesidades y gustos de los clientes. Además, siguieron respetando y celebrando las tradiciones locales, invirtiendo en proyectos de sostenibilidad y promoción del arte y la cultura.
En el ámbito familiar, Sofía y Alejandro también tuvieron que encontrar un equilibrio entre el trabajo y el tiempo con las niñas. Aunque estaban orgullosos de los avances del Grupo en Asia, sabían que lo más importante era estar presentes en la vida de Luna y Lea. En ocasiones, llevaron a las niñas con ellos en los viajes de negocios, dándoles la oportunidad de aprender sobre diferentes culturas y experiencias.
Con el paso del tiempo, el Grupo de la Torre se convirtió en un referente en la moda sostenible en todo el continente asiático. Pero más que un éxito empresarial, era un testimonio de cómo el respeto, la colaboración y la creatividad podían superar las diferencias culturales y crear algo que fuera significativo para muchas personas. Y aunque el camino estaba lleno de desafíos, Sofía y Alejandro sabían que, con el apoyo de su equipo y su familia, podían continuar creciendo y evolucionando en este emocionante mercado.