—Y esta casa, todavía está a nombre de ustedes. Nunca me importó, e incluso le dije a Yushu, tal vez tú también querías estar segura, preocupada de que si la casa estuviera a mi nombre, entonces ya no los respetaríamos —dijo Lu Zhenguo—. En realidad, a Yushu y a mí nunca nos importó si estaba a su nombre o al nuestro. La propiedad no haría que les faltáramos el respeto.
—¿Justo? Nunca ha habido justicia entre Lu Zhenjia y yo —dijo Lu Zhenguo sarcásticamente con decepción—. Eso lo sabía antes, pero pensé que ustedes eran mis padres, y debía respetarlos.