CAPÍTULO 139

La llamada con el banco terminó justo cuando Liam se recostó en su sofá, con la mandíbula tensa.

—¿Dijeron mañana? —murmuró entre dientes, con los ojos aún fijos en el teléfono—. Bien. Eso funciona.

Necesitaba esa tarjeta negra—necesitaba el acceso ilimitado. Si la humillación requería dinero, no quería restricciones. Sin advertencias. Sin límites de transacción.

—Lo que sea necesario —susurró—. Aunque signifique quebrar el banco, Raymond aprenderá su lugar.

En ese momento se frotó la frente, todavía estaba furioso. La rabia estaba ahí—hirviendo, silenciosa, pero feroz. La necesidad de destruir era personal. Ya no se trataba solo de Valentina. Era cuestión de orgullo. De reputación.

De recordarle a todos quién era realmente Liam, entonces, su teléfono vibró de nuevo.

Era Chloe quien llamaba.

Miró la pantalla, sus dedos flotaban sobre el botón de responder, indecisos. No estaba de humor para lidiar con ella. No ahora.

La llamada terminó. Pensó que eso era todo.