Eres Raro

Observo su rostro mientras habla de fotografía, notando cómo se iluminan sus ojos, cómo sus manos se mueven con entusiasmo. Es como ver a alguien hablar de su primer amor. La pasión es tan cruda y real que hace que mi pecho duela con una extraña especie de envidia. Nunca he sentido eso por nada.

—¿Y tú? —pregunta de repente, metiéndose un rollito de primavera en la boca—. ¿Cuál es tu historia?

—¿Yo? —Me río, reclinándome cómodamente en mi silla mientras el suave crujido de la madera resuena ligeramente—. Nada demasiado salvaje. La arquitectura me llamó la atención, así que decidí seguirla.

—Pero debes amarla, ¿verdad? —insiste ella, entrecerrando los ojos con curiosidad.

Reflexiono sobre su pregunta, sintiendo la fría condensación de mi vaso de agua filtrándose en mis palmas mientras lo hago rodar de un lado a otro.

—Sí —respondo, dejando que la palabra flote en el aire.