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Más tarde ese día…
Ana recibió una llamada de Agustín. Su nombre en la pantalla fue una distracción bienvenida. Tan pronto como contestó la llamada, lo escuchó preguntar:
—¿Tu jefe te está molestando?
Ana dejó escapar una suave risa.
—Él no puede molestarme. Si acaso, yo lo estoy molestando a él.
Denis necesitaba un informe para la reunión de desarrollo del proyecto, pero ella ni siquiera había revisado el archivo. En unos minutos, la reunión comenzaría. Sin él, Denis no tendría nada que presentar. ¿Seguiría queriendo mantenerla después de esto?
—Se negó a aprobar mi renuncia —continuó—. Pero haré que se arrepienta.
—Ten cuidado. Si necesitas ayuda, no dudes en llamarme.
Antes de que pudiera responder, un golpe seco en su escritorio hizo que levantara la cabeza de golpe. Denis estaba frente a ella, su expresión indescifrable pero la tensión en sus ojos inconfundible.