Denis salió de sus pensamientos cuando la voz de su padre llegó a sus oídos. Captó su mirada por un segundo, y fue suficiente para hacer que su pecho se tensara. Pero ella apartó la mirada rápidamente, su expresión indescifrable. Sus dedos se crisparon en su regazo, la tensión en él aumentando mientras el anhelo y un sentimiento de pérdida se asentaban en su pecho.
Los ojos de Dimitri se entrecerraron con interés.
—¿Es así? ¿Ella trabajó bajo Denis?
Agustín intervino sin perder el ritmo.
—Eso es historia antigua —rodeó la cintura de Ana con un brazo y la atrajo hacia él—. Ahora trabaja conmigo.
Se volvió hacia Ana con una suave sonrisa, claramente declarando su afecto por ella. Ella le devolvió la sonrisa, completamente a gusto con él. El breve intercambio entre ellos dijo más que las palabras: confiaban el uno en el otro. Su vínculo era más fuerte de lo que cualquiera dentro de la habitación había anticipado.