—¡Suéltame! —Los ojos puros y claros de Jiang Moxi miraron fríamente a Ren Huo, llevando una advertencia obvia.
Si no fuera por las regulaciones del Color Nocturno que establecen explícitamente que el personal que inicia contacto con los invitados recibe una multa, Jiang Moxi nunca habría permitido que la cara de Ren Huo se acercara tanto.
—¿Todavía fingiendo? ¡No creas que no lo sé, en lugares como este, mientras puedas pagar lo suficiente, cualquiera puede ser comprado!
Ren Huo todavía sujetaba la mano de Jiang Moxi sin soltarla, sus palabras llenas de esfuerzo por insultar a Jiang Moxi, como si al hacerlo pudiera restaurar la autoestima que fue pisoteada esta mañana.
Jiang Moxi lo observaba fríamente, preguntándose cómo un estudiante universitario podía ser tan desvergonzado hasta este punto.
Pero lo que ella no se daba cuenta era que su silencio y la paciencia de no querer ser multada, a los ojos de Ren Huo, era señal de que estaba asustada.
Así, Ren Huo se burló: