—Tía-Mamá, ¿qué estás haciendo aquí? Y con la Tía Wei... —Lin Tian fingió sorpresa.
Zhang Yumei también siguió el juego.
—Tia... Tian, ¿cómo has... has venido?
—Ahora date... date prisa y vete, ¡no... no mires aquí!
Mientras hablaba, Zhang Yumei fingió modestia, agarrando su camisón para cubrir su delicado cuerpo.
Xu Wei arrebató el camisón de la mano de Zhang Yumei y dijo:
—Cuñada, no seas tacaña, Lin Tian no es un extraño, es tu ahijado. Déjale mirar, ¿qué daño hay?
Después de hablar, Xu Wei le dio a Lin Tian una mirada significativa, instándole a que también jugara la carta emocional.
Lin Tian se unió:
—Tía-Mamá, mi querida tía-mamá, déjame mirar, prometo que no se lo diré a nadie.
Zhang Yumei respondió impotente:
—No es que Tía-Mamá no quiera que mires, ¡es que es tan vergonzoso!
Xu Wei se rió:
—Cuñada, ¡eso no es nada comparado con lo que viene!