—¿Qué? ¿Están golpeando la puerta?
Madre Yuan tembló de miedo.
¿Cómo no iba a saber que nada bueno venía de visitantes no invitados?
Madre Yuan preguntó temblando:
—¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué están golpeando nuestra puerta?
El líder de los hombres dijo furiosamente:
—Tienes el descaro de preguntarme por qué estoy golpeando tu puerta.
—¿Acaso sabes cuánto dinero he gastado en tu hijo?
—Él, por otro lado, aún no ha terminado el trabajo y hasta ha terminado tras las rejas.
—Así que no veo razón para esperar más. Hoy, la Familia Yuan debe soltar, hasta el último centavo, lo que Yuan Kang me debe.
—Si no quieres pagar, ¡entonces me serviré yo mismo!
—Por supuesto, podrías llamar a la policía.
—Siempre y cuando no te importe que tu hijo pase unos años más en la cárcel, me da igual.
—Después de todo, puedo renunciar al dinero, pero eso no significa que dejaré que la Familia Yuan se salga con la suya.
No tenía razón para dejar que la Familia Yuan se librara fácilmente.