—¡Lin Tian, dímelo! ¿Qué tengo que hacer para que le des a mi hermano una oportunidad de corregir sus errores? Mientras esté dentro de mis posibilidades, aceptaré —dijo Mei Ping impotente.
—¿Incluso si significa dejar que te folle delante de tu hermano, funcionaría eso? —preguntó Lin Tian.
Mei Ping pensó en la escena de Mei Tao viéndola ser follada por Lin Tian, y el solo pensamiento era increíblemente vergonzoso.
—¿Tiene que ser así? ¿No podemos hacerlo sin que Mei Tao mire? —Mei Ping le suplicó a Lin Tian.
—Si él no lo ve, ¿cómo sabrá lo miserable que eres para salvarlo? —replicó Lin Tian—. Si no es consciente, ¿cómo lo valorará? ¿Y si reincide? Puedes salvarlo una vez, ¿puedes salvarlo una segunda o una tercera vez?
Pensándolo bien, sabía que era imposible.
Mei Ping no tenía ese tipo de poder, era solo una maestra común.
¡Incluso si Mei Ping tuviera las mismas habilidades que Lin Tian, no importaría!
Siempre hay peces más grandes, y Lin Tian no era invencible.