La noche se había vuelto completamente silenciosa. El regreso de Damien y el mío causó conmoción debido al guerrero herido Boris, a quien había dejado de arrastrar y había soltado su pierna.
Boris yacía indefenso en el suelo y respiraba lentamente. Apenas estaba vivo, me aseguré de ello.
Los guerreros, incluidos los guerreros heridos que habían sido tratados por el doctor pero que no habían regresado a sus respectivas casas del campamento, me miraban con caras confundidas.
No culpaba la forma en que me miraban, porque si estuviera en su lugar, habría hecho lo mismo y también estaría confundida.
Sentí otra presencia fuerte además de Damien, lo que me hizo girar hacia un lado, solo para ver al Gamma salir de donde sospechaba que era su casa de campamento. Se acercó a mí y a Damien.
—¿Qué está pasando, beta Damien? ¿Por qué el guerrero anciano Boris está en este estado miserable? ¿Qué le pasó? —el Gamma preguntó con el ceño fruncido.