Bola de Fuego, Irving y yo terminamos de comer hasta quedar satisfechos.
Me levanté de mi asiento y, mirando a Bola de Fuego e Irving, que estaban perezosamente tumbados en la mesa del comedor, les dije:
—Vamos. Se supone que ambos deben seguirme.
—Miau.
—Miau.
Me maullaron débilmente sin molestarse en levantarse.
En un instante, entendí lo que estaba pasando. Han comido demasiado y están muy perezosos para caminar por sí mismos.
Algo despertó mi curiosidad, así que cerré los ojos y le di a mi poder de lectura mental una orden dentro de mi mente como siempre hacía, «Desbloquear».