—Maestro, ¿qué te trae a mi lugar?
El Anciano Yan se paró respetuosamente frente a Xiao Yi, una actitud que, si fuera presenciada por extraños, seguramente los sorprendería hasta los huesos.
Xiao Yi respondió fríamente:
—¡Necesito algunas hierbas medicinales!
—¡No hay problema!
El Anciano Yan se golpeó el pecho y dijo:
—Maestro, solo dame la lista, y le pediré a Bing Xin que la prepare de inmediato.
Xiao Yi asintió y entregó la lista que había preparado previamente al Anciano Yan.
Sin mirar la lista, el Anciano Yan se la entregó a Lin Bingxin:
—Ve al almacén inmediatamente y trae todo lo que el maestro necesita. Si no está allí, búscalo en otras sucursales de la ciudad lo más rápido posible.
Lin Bingxin miró con enojo a Xiao Yi antes de tomar la lista e irse.
—Anciano Yan, es hora de tomar tu medicina —un anciano de cabello blanco entró, llevando un cuenco humeante de sopa herbal en sus manos.
Xiao Yi frunció el ceño y preguntó:
—¿Enfermo?