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El sol poniente atravesaba el cielo con su luz roja ardiente, envolviendo todas las Montañas Gran Liang.
En el cielo, un águila gigante con grandes alas volaba bajo, sus afiladas garras recogidas contra su vientre mientras sus ojos de águila, capaces de ver a decenas de millas de distancia, giraban suavemente.
En sus pupilas doradas se reflejaba la imagen de un valle montañoso.
Un joven vestido con armadura negra estaba firmemente atado por dos cadenas de hierro, cada una tan gruesa como un brazo y de decenas de metros de largo, atadas en el otro extremo a cuatro jabalíes con armadura. Cada jabalí pesaba más de mil jin, cubierto con armadura negra y colmillos como lanzas. Estas bestias de piel dura y gran fuerza estaban inusualmente dóciles en este momento.
Corrían desesperadamente en dirección opuesta al joven.