—¡Parece que he ganado!
Xiao Yi sonrió al ver a las dos personas tendidas en el suelo.
Li Youruo y el Taoísta de túnica púrpura se miraron, encontrando difícil aceptar la realidad frente a ellos.
Siempre habían estado orgullosos de su profundo dominio del Camino de Formación y nunca habían tomado en serio a Xiao Yi. A sus ojos, el desafío de Xiao Yi en el Camino de Formación era como una hormiga sacudiendo un árbol, un pequeño fuego intentando vencer a la brillante luna.
¡Pero la realidad les había dado una fuerte bofetada!
Al final...
Ellos eran ese pequeño fuego y Xiao Yi era la luna verdaderamente brillante.
Su brillantez realmente los había derrotado.
Ambos sentían como si los últimos cien años de sus vidas hubieran sido en vano.
—Suficiente, ¡admito mi derrota sin quejas!